miércoles, 10 de agosto de 2011

Algo que no creí que iba a subir a mi blog


Yo también tuve una novia bisexual”, última novela de Guillermo Martínez, está muy bien escrita, se lee en tres días, pero al terminarla no logré encontrar un fragmento para mi cajita. Concentrándome, logré quedarme con el recorte que aparece a continuación: no porque me guste específicamente, sinó porque me llamó la atención el cómo está escrito (bien, eso no hay duda, pero igualmente raro).
Aquí, el personaje principal describe de manera detallada y algo barroca una “fellatio”, incluyendo las exóticas imágenes que se le vienen a la cabeza -una clase de anatomía del secundario y el himno a Sarmiento, entre otras- para concentrarse y así evitar que su novia le gane una apuesta. Una apuesta zarpada del personaje y del autor, sobre como hacer, de una “fellatio”, un hecho literario. Ahí va! Que la disfruten...


lunes, 1 de agosto de 2011

Un personaje marginal y su particular manera de entender el amor

Luego de salir de la cárcel, Valfierno (aquí Enrique), un hombre sin pasado, comienza a reescribir el relato de su vida de acuerdo a través de distintas marcas. Una persona que no había conocido los afectos ni el amor, comienza a sentirse atraído platónicamente por la hija de su patrón en el negocio de telas donde trabaja y vive. Merceditas es una mujer casta y solterona, nada agraciada. Y en las tardes de lectura detrás del mostrador, Enrique comienza a tener ese sentimiento por primera vez e intenta explicarse a si mismo de que se trata: este amor nunca se concreta en algo material. Él no quiere ni puede concretarlo. Para él son sólo reglas que en el futuro le permitirán entender lo que es y seguir construyendo el relato de su pasado ficticio, una identidad inventada. Este joven, personaje principal de la historia, es quien luego de varios años robará el cuadro de la Gioconda en el Museo del Louvre de Paris sin que nadie lo note. Una ficción construída a partir de un caso real, un delito internacional cometido por el argentino Eduardo Valfierno en 1911. Con esta novela, Martín Caparrós ganó el premio Planeta 2004.